
Número 5 / Adar 5780 – Marzo de 2020
Edición para Refuá Shelemá de Yaakov Ben Sara y de Yosef Jaim Jai Ben Antonia
Mentirle al servicio médico
Créeme, no mentimos en ningún momento
Jani hace pasar a su sobrina Esti Cohen por su hija para que la atiendan en el servicio médico pago.
“Baruj Hashem fue fácil, y no tuve que mentir. Primero nos paró la policía para saber adónde íbamos, por la cuarentena. Simplemente les señalé a Esti, y dije que se torció el tobillo, y que íbamos hacia al hospital. Luego, fue la recepcionista del hospital: le di mi identificación personal para que me busque en el sistema, y le expliqué que no trajimos la de Esti, lo cual era verdad, y que veníamos a ver una traumatóloga de turno. Cuando encontró ´Ester Cohen´ en el sistema, me preguntó… ¿Ester es su hija? A lo que le respondí: sí. ¡De hecho, nuestra Ester es nuestra hija! ¡Tampoco le mentí! ¡Fue una situación muy graciosa! A pesar de que el clima en el hospital era bastante serio por lo del coronavirus, y todos tenían cara de preocupación, debo decir que nos divertimos mucho… Al doctor le dijimos la verdad: que Esti no era nuestra Esti sino su prima que se llama igual; se lo veía muy amigable, y no quise ocultarle la verdad. No dijo nada. Además, parecía estar muy cansado…” “Jana, ven conmigo, hablemos en privado unos instantes.” “Shaul, ya sé que no te gusta este tipo de cosas, pero créeme, no mentimos en ningún momento, no engañamos a nadie, todo fue 100% casher, además, con lo que pagamos por el servicio privado de salud, creo que tenemos derecho a llevar, no solo a nuestra Esti, y a nuestra sobrina Esti, ¡sino a todo aquel que se apellide Cohen y tenga hijos que se llamen como los nuestros!” “Preferiría que lo habláramos en privado, Jana”. “Shaul, ya lo hablamos muchas veces y ya conoces mi punto de vista al respecto, simplemente no opino como tú, y eso no tiene nada de malo. Tú sigue con tus modos, y yo sigo con los míos, no creo que debamos darle al tema mayor importancia que la que tiene. Fuimos, la atendieron bien, Baruj Hashem no tiene nada, volvimos, y ya. Nadie, nadie, en todo el proceso, ni los policías, ni la señora de la recepción, ni el doctor -hasta que le dijimos-, nadie se percató que Esti no era nuestra Esti. ¿Acaso por hacer un acto de bondad con mi sobrina me vas a hacer un escándalo?”
Halajot
1. Más allá de la astucia con la que Jana “actuó”, y del hecho de que Esti no fue descubierta, Jana robó a su propio servicio de salud (Shulján Aruj, Joshen Mishpat 348 y 359).
2. En este caso, la Halajá no hace ninguna diferenciación acerca de si el dueño del servicio de salud se pudiera enterar o no, de que una persona que no pertenece al grupo familiar utilizó el servicio; y tampoco hay diferencia si Jana pagua mucho o poco por el servicio que contrató, ni cuánto lo usan tanto ella como los miembros de su familia. En todos los casos estará prohibido para ella llevar a su sobrina Esti para que ésta sea atendida “en forma gratuita” en lugar de alguno de sus propios hijos.
3. La adhesión a este tipo de servicios siempre implica un contrato firmado, con muchas especificaciones de todo tipo. Una de estas es quiénes son los beneficiarios que recibirán el servicio. En este caso se trata del grupo familiar de Jana, su esposo, y sus hijos, quedando fuera del mismo todo aquel que no sea parte, o sea, Esti, la sobrina de Jana, no podría usarlo.
4. Si la recepcionista del hospital se hubiese percatado de la situación, y hubiese permitido el ingreso de Esti a sabiendas de que no es parte del grupo familiar, también ella estaría robando a la empresa para la cual trabaja, ya que no está autorizada a ingresar pacientes que no estén bajo la cobertura contratada.
5. Tampoco el doctor está autorizado por la empresa para tomar este tipo de decisiones. Siendo así, cuando el doctor que atendió a Esti se enteró de la verdad, o sea, que aquella Esti Cohen a la que brindó su atención no era la afiliada al servicio, sino su prima, también transgredió la prohibición de robar a la empresa para la que trabaja.
6. Por último, Jana hizo tropezar al doctor (lifné iver) al informarle que Esti era su sobrina (Shulján Aruj Yoré Deá 151:1), y el doctor, como dijimos, tropezó con esto. Esta prohibición de hacer tropezar a otra persona se aplica tanto a casos en los que se hace tropezar a un yehudi, como a un gentil.
2. En este caso, la Halajá no hace ninguna diferenciación acerca de si el dueño del servicio de salud se pudiera enterar o no, de que una persona que no pertenece al grupo familiar utilizó el servicio; y tampoco hay diferencia si Jana pagua mucho o poco por el servicio que contrató, ni cuánto lo usan tanto ella como los miembros de su familia. En todos los casos estará prohibido para ella llevar a su sobrina Esti para que ésta sea atendida “en forma gratuita” en lugar de alguno de sus propios hijos.
3. La adhesión a este tipo de servicios siempre implica un contrato firmado, con muchas especificaciones de todo tipo. Una de estas es quiénes son los beneficiarios que recibirán el servicio. En este caso se trata del grupo familiar de Jana, su esposo, y sus hijos, quedando fuera del mismo todo aquel que no sea parte, o sea, Esti, la sobrina de Jana, no podría usarlo.
4. Si la recepcionista del hospital se hubiese percatado de la situación, y hubiese permitido el ingreso de Esti a sabiendas de que no es parte del grupo familiar, también ella estaría robando a la empresa para la cual trabaja, ya que no está autorizada a ingresar pacientes que no estén bajo la cobertura contratada.
5. Tampoco el doctor está autorizado por la empresa para tomar este tipo de decisiones. Siendo así, cuando el doctor que atendió a Esti se enteró de la verdad, o sea, que aquella Esti Cohen a la que brindó su atención no era la afiliada al servicio, sino su prima, también transgredió la prohibición de robar a la empresa para la que trabaja.
6. Por último, Jana hizo tropezar al doctor (lifné iver) al informarle que Esti era su sobrina (Shulján Aruj Yoré Deá 151:1), y el doctor, como dijimos, tropezó con esto. Esta prohibición de hacer tropezar a otra persona se aplica tanto a casos en los que se hace tropezar a un yehudi, como a un gentil.
Halijot
1. Amén del evidente problema de comunicación y de armonía conyugal de la pareja, y del mal ejemplo que recibió Esti de su tía, pondremos nuestro foco en otro aspecto de la historia: aunque Jana está “haciendo un acto de bondad” con su sobrina, este acto pierde automáticamente su alta categoría y valor al estar mezclado con transgresiones como la del robo y la mentira. Uno de los grupos de personas que no reciben el resplandor de la presencia Divina en el mundo venidero, es el de “los mentirosos” (Sotá 42a). Rabenu Yona (Shaaré Teshuvá, Shaar Shelishí, 178) señala que uno de los peores niveles de mentira es el de quien “ama mentir”, ya que miente por el solo placer de hacerlo, aunque no gane nada. En casos así, las mentiras se transforman en una parte indiferenciada de la persona, se naturalizan, y ésta ya no distingue sus propias mentiras de la realidad (al respecto ver Sifté Jaim, Midot, Emet, vaad alef).
2. La Torá utiliza una sola vez la expresión “aléjate” para advertirnos de algo, y ese algo es la mentira (Shemot 23:7). A su vez, el Seforno comenta ahí que debemos huir incluso de algo que podría contener un mínimo de mentira. La Halajá da un lugar muy especial a lo que en español llamamos mentira. Ésta tiene diferentes nombres, formatos, y definiciones. Y si bien es cierto que en algunas pocas y muy específicas circunstancias podría haber un permiso para modificar algunas palabras de un relato, la enorme mayoría de las veces no es así, y está prohibido. El libro Halijot Ben Adam LeJaveró de Rab Yitzjak Fuks trae en el capítulo 20 una excelente síntesis Halájica que podrá servir de guía a quienes quieran elevar su habla al nivel que se espera de nosotros: el Emet, la verdad, desterrando el autoengaño y la auto-justificación de actos o palabras que además de ser incorrectos, nos alejan de nuestra cercanía con Hashem.
2. La Torá utiliza una sola vez la expresión “aléjate” para advertirnos de algo, y ese algo es la mentira (Shemot 23:7). A su vez, el Seforno comenta ahí que debemos huir incluso de algo que podría contener un mínimo de mentira. La Halajá da un lugar muy especial a lo que en español llamamos mentira. Ésta tiene diferentes nombres, formatos, y definiciones. Y si bien es cierto que en algunas pocas y muy específicas circunstancias podría haber un permiso para modificar algunas palabras de un relato, la enorme mayoría de las veces no es así, y está prohibido. El libro Halijot Ben Adam LeJaveró de Rab Yitzjak Fuks trae en el capítulo 20 una excelente síntesis Halájica que podrá servir de guía a quienes quieran elevar su habla al nivel que se espera de nosotros: el Emet, la verdad, desterrando el autoengaño y la auto-justificación de actos o palabras que además de ser incorrectos, nos alejan de nuestra cercanía con Hashem.
Querido lector: nuestros sabios nos enseñan que nunca debemos aprender
una Halajá a partir de otra que aparenta ser igual o similar. Por favor,
no saques conclusiones de los casos aquí presentados; dirígete a tu Rabino
para clarificar qué debes hacer tú en tu caso.
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